mardi 29 mai 2012

La condición humana.


    La mirada de Gisors, como si hubiese seguido su gesto de olvido, se perdio afuera : mas allá de la carretera, los miles de ruidos de trabajo del puerto parecían embarcarse con las olas hacia la mar radiante. Respondían al deslumbramiento de la primavera japonesa con todo el esfuerzo de los hombres, con los barcos, los ascensores, los autos, con la muchedumbre activa. May pensaba en la carta de Peï : era en el trabajo autoritario de guerra desencadenado sobre toda la tierra rusa, en la voluntad de una multitud para la cual este trabajo se habia hecho vida, que se habían refugiado  sus muertos. El cielo irradiaba sus rayos a traves de los agujeros de los pinos como el sol ; el viento que inclinaba debilmente las ramas se deslizó sobre sus cuerpos extendidos. Le parecio a Gisors que este viento pasaba a traves suyo como un río, como el Tiempo mismo, y, por primera vez, la idea de que el tiempo que lo acercaba a la muerte fluía en él no lo separo del mundo sino que lo unio con éste en un acuerdo sereno. Miraba los andamios de las gruas al borde de la ciudad, los cruceros y los barcos sobre el mar, las manchas humanas sobre la carretera. « Todos sufren, pensó, y cada uno sufre porque piensa. Al final, el genio del hombre no lo piensa sino en lo eterno, y la conciencia de la vida no puede ser mas que angustia. No hay que pensar la vida con el ingenio sino con el opio. Cuantos sufrimientos expandidos en esta luz desaparecerían si desapareciese el pensamiento... » Liberado de todo, incluso del hombre, acariciaba con gratitud el tubo de su pipa, contemplando la agitación de todos esos seres desconocidos que se dirigían hacia la muerte en medio del sol deslumbrante, cada uno consintiendo en el secreto más profundo de sí mismo a su parásito asesino.  « Todo hombre está loco, pensó una vez más, pero un destino humano es algo más que una vida de esfuerzos por unir este loco al universo ... ? » Volvió a ver a Ferral, iluminado por la pequeña lámpara sobre la noche llena de bruma, escuchando :  « Todo hombre sueña con ser Dios...»