Detalle de L'Amour paisible de Watteau. |
No sería posible dar cuenta de lo
que son las personas, al menos a mí no me sería posible, a la gente con la que
vivo la conozco mejor de lo que la pudiese definir. Hay cosas en ellos que
nunca he entendido, hay cosas en ellos que no he terminado de entender como
para decirlas, cosas que sólo percibo para mí y no para los otros, o que, si
tratase de decir, diría mal. Son objetos de sentimiento tan complicados y de
una nitidez tan delicada que se vuelven borrosos desde que mi reflexión trata
de mezclarse con ellos. Ya no sé por dónde cernirlos para expresarlos de modo
que están en mí y no me pertenecen.
Mi benefactora, que aún no he
mencionado, se llamaba Madame de Miran, podía tener fácilmente cincuenta años.
A pesar de que hubiese sido una bella mujer, tenía algo demasiado bueno,
demasiado razonable en la fisionomía, que lograba dañar sus encantos y que les
había impedido llegar a ser tan sabrosos como hubieran podido serlo. Cuando se
tiene un aspecto tan bueno, por esto mismo se es menos bella; un aspecto de
franqueza y de bondad tan dominante es completamente contrario a la coquetería;
solamente denota el buen carácter de la mujer no su gracia. Hace ver a la
persona más estimable pero su rostro se torna indiferente de tal manera que parecemos más alegres estando con ellas que
mirándolas con curiosidad.