mardi 22 avril 2014

Adaptación, rayana en el plagio, de algunas reflexiones de Delphine (1802) por un lector incauto del siglo XXI

                                                                                           
Para Madame de Staël el objetivo de la escritura de una novela es desvelar los secretos del corazón humano.

Observer le cœur humain c’est montrer à chaque fois l’influence de la morale sur la destinée ; il n’y a qu’un secret dans la vie, c’est le bien ou le mal qu’on a fait.

Su proyecto romanesco se pone en acción en Delphine (1802). En el prólogo a dicha novela enuncia las ventajas de la escritura sobre la vida y la superioridad que tiene la ficción con respecto a las circunstancias de la realidad para instruir el corazón y la moral del ser humano. Mientras escribe esto los novelistas góticos descubren – tal vez sin quererlo y hasta esto último de pronto es una invención de la crítica moderna –  la hostilidad de la realidad y la realidad objetiva del mal.

 Le Retour de Marcus Sextus (1799) de Guérin. Tout rappelle la mort dans ce tableau; il n’y a de vivant que la douleur. 

Consideraciones novelísticas del prólogo de Delphine          

            Creo entonces que las circunstancias de la vida, pasajeras como lo son, nos instruyen menos sobre las verdades durables que las ficciones fundadas en dichas verdades, y que las mejores lecciones de la delicadeza y del orgullo pueden encontrarse en las novelas en las que los sentimientos se pintan con suficiente naturalidad para que ustedes crean que están asistiendo a escenas de la vida real leyéndolas.

Fragmentos de la Respuesta de Delphine a la señora de Albemar

Paris, 1 de Mayo de 1790
15 de abril de 2014


            Las cualidades naturales bastan para ser honesto cuando se es feliz, pero cuando el azar y la sociedad lo condenan a uno a luchar contra su corazón, se necesitan principios cuidadosamente pensados para defenderse de sí mismo, y las personalidades más amables en las relaciones habituales de la vida son las que más peligro corren cuando la virtud entra en combate con la sensibilidad

            Primero, creo en general que un hombre de carácter frío es el más propicio para hacerse amar fácilmente por un alma apasionada. Cautiva y sabe mantener el interés haciendo suponer que existe un más allá de lo que expresa, y sin abandono puede, al menos por un momento, excitar aún más la inquietud y la sensibilidad de otro hombre. Las relaciones así establecidas tal vez no sean las más felices ni duraderas pero agitan con más fuerza a un corazón bastante débil para librarse a ellas. Federico, solitario, exaltado e infeliz se dejó arrastrar tanto por sus propios sentimientos que no se puede acusar al señor de Serbellane de haberlo seducido.

            Sin detenerme mucho tiempo en mí, le diré que, como la mayoría de la gente de mi edad, cometí muchos errores al entrar en la carrera peligrosa de este mundo. Estos errores, por una combinación de circunstancias tuvieron desenlaces funestos. De todas las penas que experimenté me quedó suficiente calma en mis propias impresiones pero también un profundo respeto por el destino de las personas que, de cierta forma, dependen de mí. Las pasiones impetuosas tienen como objetivo nuestra satisfacción personal, estas pasiones están muy frías en mi corazón pero yo no estoy cansado con mis deberes y no tengo nada mejor que hacer que evitar el dolor a aquellos que me aman, ahora que no puedo tener ni un gusto vivo ni una voluntad fuerte que tenga como propio objetivo mi propia felicidad.



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